miércoles, 19 de septiembre de 2012

Tercer Trimestre Literatura Universal. Teoría

No le digan nada a Bustamante que me pone en la lista negra...

Desde Victor Hugo hasta Baudelaire (L)


VICTOR HUGO Y EL ROMANTICISMO FRANCÉS

El Romanticismo nació en Alemania a finales del siglo XVIII, y se expandió tempranamente en Inglaterra. Europa continental tardó más tiempo en recibir este movimiento, pero finalmente llegó. En Francia, el Romanticismo tuvo una pequeña etapa de apogeo durante la Restauración, y sus principales enemigos fueron el clasicismo y el racionalismo de la Ilustración.
El Romanticismo francés vivió muchos años en un discreto segundo plano. La tormentosa vida política francesa de la época hizo que el clasicismo promulgado por la Ilustración no fuese cuestionado. Posteriormente, el Romanticismo ganó esta batalla gracias al posicionamiento de muchos jóvenes autores que defendieron la libertad de los artistas y la independencia, como Théophile Gautier, Alfred de Musset y Sainte-Beuve.
En Francia, el Romanticismo ofreció desde el inicio dos tendencias:
-          Liberal, que insistió en la rebeldía y la libertad.
-          Conservadora, que se centró más bien en las tradiciones y el pasado nacional.
La poesía romántica francesa no destaca demasiado en comparación con los grandes autores de fin de siglo. Sin embargo, la figura de Alfred de Vigny fue muy importante.
En cuanto a la novela, se cultivaron dos subgéneros: la novela histórica y de aventuras (Victor Hugo, Alejandro Dumas), y la novela social (Stendhal y Victor Hugo (Los Miserables)).
La gran figura del romanticismo francés fue Victor Hugo, que evolucionó del conservadurismo al progresismo y cultivó todos los géneros. Como dramaturgo, el estreno de su obra Hernani marcó el inicio del teatro romántico. Victor Hugo destaca sobre todo como novelista, y cultivó ambas tendencias: la novela histórica y de aventuras con Nuestra Señora de París y la novela social con Los Miserables.
Entre otros autores cabe destacar a Prosper Merimée, Théophile Gautier y Gérard de Nerval.

LA  NOVELA REALISTA FRANCESA. GUSTAVE FLAUBERT “Madame Bovary”.
Causas históricas y sociales influyeron en que Francia fuese la cuna del Realismo. Durante el siglo XIX, el proceso de industrialización significó el enriquecimiento rápido de la burguesía industrial y la aparición de la clase obrera. La burguesía sustituyó a la aristocracia, y exportó sus valores a todos los ámbitos de la sociedad. El público que consumía literatura era burgués y los escritores en su gran mayoría también lo eran. Por ello, no es de extrañar que burgueses fueran también los valores que en la literatura sobresalieran.
 Los novelistas de la época hicieron eco de todos estos cambios, protagonizados por personajes que representaban el entramado social de la sociedad capitalista francesa.
La novela realista francesa apareció como una reacción frente al Romanticismo y cubrió buena parte del siglo XIX. Muchos escritores se opusieron a la estética romántica y promovieron una nueva forma de escribir. Al exotismo y la fantasía desbordante de los románticos le sucedió una literatura de corte realista, cuyo objetivo era describir la existencia en sociedad.
El desarrollo de la prensa periódica supuso el aumento del público lector. Ésta solía incluir entregas de relatos y novelas. La novela resultó ser el género idóneo para retratar a la sociedad capitalista del momento, ya que facilita una amplia y objetiva perspectiva en la descripción de ambientes y psicologías.
Temáticamente, el adulterio se convirtió en el tema central de la novela realista gracias a los matrimonios fruto de conveniencias sociales, que en la mayoría de los casos suponía una pesadilla para las esposas. Notables ejemplos de ello son Madame Bovary de Gustave Flaubert, La Regenta de Clarín y Anna Kareninna de Tolstoi.
Las principales características de la novela realista francesa son:
-          Forma de expresión predominante dentro del marco novelístico: narrativa y descripción. Diálogos naturales y lógicos.
-          Propósito de crear un arte útil para la sociedad: reflejar la realidad tal y como era, con sus injusticias, etc.
-          Personajes que representan las distintas clases sociales: burgueses, aristócratas, proletariado.
-          Profundo análisis psicológico de los personajes.

FIODOR DOSTOIEVSKI Y EL REALISMO PSICOLÓGICO RUSO: “Crimen y Castigo”.
El realismo psicológico ruso apareció en la segunda mitad del siglo XIX como consecuencia de las circunstancias sociales de la época. El realismo psicológico fue un paso más allá del modelo establecido por los franceses, y su objetivo era proyectar de manera más real el mundo interior de los personajes.
En este tipo de literatura se elimina todo aspecto subjetivo que aleja de la realidad, la cual es analizada profundamente. Lo esencial es la descripción profunda del carácter y de la conducta de los personajes. El tema principal de las obras es abordar problemas de la existencia humana.
Mediante la descripción minuciosa de los detalles se procura mostrar una reproducción exacta de la realidad. El lenguaje de las obras es coloquial y crítico, el cual muestra una relación entre las personas y su entorno. El objetivo del autor es analizar y denunciar los males de la sociedad de la época.
Las obras son contadas por un narrador omnisciente que conoce con detalle todo lo que rodea a los personajes. Se emplea con frecuencia el estilo indirecto libre, mediante el que se reproducen los sentimientos o sensaciones de los personajes dentro del discurso del narrador.
El primer realista ruso en narrativa fue Gogol, Almas muertas, muy a su pesar ya que se inclinaba más a una novela más fantasiosa con grandes dosis de misticismo; sin embargo, hizo uso de un realismo crítico en sus obras que acrecentó cada vez más. A partir de él se desarrolló en Rusia uno de los grandes ciclos de la literatura universal, en el jugaron un papel importante escritores como Turguéniev, Tolstoi y Dostoievski.

EDGAR ALLAN POE Y LA RENOVACIÓN DEL CUENTO: “EL GATO NEGRO”.
Durante el siglo XIX se produce un gran auge del cuento literario que se inicia con la llegada del Romanticismo. Entre las principales características del Romanticismo se encuentran:
-          El gusto por la cultura popular y las tradiciones.
-          El gusto por lo desconocido y lo misterioso.
-          El reflejo del estado anímico del artista en el paisaje.
-          El gusto por los personajes rebeldes, marginados e incomprendidos.
-          La tendencia al análisis de los sentimientos y psicología de los personajes, más que a la narración de los acontecimientos.
Todas estas características se pueden apreciar en mayor o menor medida en la obra de Edgar Allan Poe, quién se convirtió en el principal representante del cuento fantástico romántico.
Durante la Edad Media el cuento había gozado ya de gran difusión por Europa: Cuentos de Canterbury, Libro del Conde Lucanor, Calila e Dimna, Las Mil y una Noches. Con Poe no solo se trató de contar simplemente la historia, sino de crear completas realidades alternas vistas desde los ojos de personajes que no pretendían ser una copia fiel de los humanos “reales”, sino de entes literarios sumergidos en universos literarios con vidas creíbles pero por completo literarias. Destacó también la posibilidad de plantear un final abierto, sin un cierre preciso. Poe dio complejidad y profundidad al género.
Los temas más recurrentes en sus cuentos tienen  que ver con el mundo de la muerte y sus alrededores: calaveras, tumbas, enterrados vivos, momias, cadáveres emparedados… El desequilibrio mental y neurótico de Poe le valió para renovar el cuento fantástico y para multiplicar y enriquecer los temas y matices de los relatos.
En cuanto a sus características formales y estilísticas, destaca su intensidad narrativa, la creación de ambientes increíblemente originales, el análisis con rigor científico de escenarios y situaciones inquietantes y extraños, su inclinación hacia el análisis psicológico detallado frente a la narración de acciones inmediatas; y su valoración de la imaginación y la originalidad, así como de la verosimilitud.

CHARLES BAUDELAIRE Y LA RENOVACIÓN DE LA LÍRICA: “La cabellera”.
El simbolismo se originó en Francia y constituye uno de los movimientos artísticos más importantes del siglo XIX. En su génesis fue una reacción literaria en contra del Naturalismo y el Realismo, movimientos anti – idealísticos que exaltaban la realidad cotidiana y la ubicaban por encima de lo ideal. Estos movimientos provocaron un gran rechazo en la juventud parisina, lo que les llevó a exaltar la imaginación, espiritualidad y los sueños. El primer escritor en reaccionar fue el francés Charles Baudelaire, considerado a día de hoy como el padre de la lírica moderna, y punto de partida del Parnasianismo, Decadentismo, Modernismo y Simbolismo.
El Simbolismo es una corriente estética que se inicia con la obra de Baudelaire, culmina con autores como Rimbaud y Verlaine, y se prolonga en el siglo XX con poetas como Machado, T.S Eliot y Valery.
La poesía simbolista busca vestir a la idea de una forma sensible. Además, utiliza el lenguaje literario como instrumento cognoscitivo, lo que la impregna de misterio y misticismo. Fue considerado durante mucho tiempo como el lado oscuro del Romanticismo. Los simbolistas basaron su esfuerzo en encontrar una musicalidad perfecta en sus rimas, dejando en segundo plano la belleza del verso.
Intentaban encontrar lo que Charles Baudelaire denominó “teoría de las correspondencias”, es decir, las secretas afinidades entre el mundo sensible y el mundo espiritual. Para ello utilizaron mecanismos estéticos como la sinestesia (mezclar sensaciones percibidas por órganos sensoriales distintos).
El símbolo es el medio para expresar lo que no puede encerrase en conceptos. El poeta es capaz entonces de interpretar el misterio del mundo. Los simbolistas defienden la importancia de los sentidos, ya que todo lo que nos rodea es fuente de goce para ellos. Las sinestesias y la musicalidad son dos pilares fundamentales en la poesía simbolista, que además hace uso del verso libre.
Toda esta nueva estética cobra vida en la obra de Charles Baudelaire “Las flores del mal”, considerada como su máxima obra y una de las más importantes de la poesía moderna.

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