miércoles, 19 de septiembre de 2012

Historia de España: Tema 4 PAU

Este con lo cortito que es da gusto estudiarlo.


El desastre del 1898.

Durante el reinado de Fernando VII la práctica totalidad del gobierno español alcanzó la independencia. Solo Cuba, Puerto Rico y Filipinas se mantuvieron bajo soberanía española. Los problemas coloniales arrancaron en la etapa del Sexenio con la guerra cubana.
La política colonial de los gobiernos españoles fue un fracaso. Puerto Rico consiguió su autonomía en el año 1872, aunque el control español se realizase de manera efectiva a través de una élite económica poderosa. 
En Cuba, todas las reformas fueron rechazadas por los “españolistas”. También había un movimiento independentista dirigido por el Partido Revolucionario Cubano, creado por José Martí. Se formaron tres corrientes en Cuba: españolistas, autonomistas e independentistas.
En las islas Filipinas, las reformas autonomistas de Maura chocaron con los intereses del clero y de las clases poderosas. Surgió además el movimiento independentista de la Liga Filipina, dirigido por José Rizal.

La pérdida de las colonias: En 1895 tuvo lugar la última guerra cubana. Tuvo dos periodos: entre 1895 y 1898 tuvo lugar la guerra entre el ejército español y los grupos independentistas nativos; en 1898 se produjo la intervención directa de los Estados Unidos en el conflicto, lo que llevó al enfrentamiento hispano – americano.
La guerra hispano – cubana se desarrolló en tres fases:
-          Primera fase: inicio de la sublevación y muerte del líder cubano José Martí.
-          Segunda fase: máximo avance rebelde y época de Martínez Campos.
-          Tercera fase: época del general Weyler.
-          Cuarta fase: desembocó en la intervención directa de Estados Unidos.

La guerra hispano – estadounidense de 1898: La guerra hispano – cubana coincidió con el momento de máxima expansión del imperialismo estadounidense en el propio continente, Caribe y Asia.
 El interés por Cuba se concretó en el intento de comprar la isla y en la ayuda a los insurrectos cubanos. La explosión del acorazado estadounidense Maine fue el pretexto para la declaración de guerra.
La flota española se enfrentó a la poderosa armada norteamericana. El resultado fueron dos derrotas estrepitosas, una en Caive (Filipinas) y otra en Santiago de Cuba.
Las negociaciones de paz se plasmaron en el Tratado de París, mediante el cual España reconocía la independencia de Cuba, y cedía Puerto Rico, Filipinas y la isla de Guam a Estados Unidos, a cambio de 20 millones de dólares.
Quedaba así liquidado el Imperio Español, cuyos restos pasaron a manos de los imperialistas del momento.

Las consecuencias del desastre: crisis de conciencia y regeneracionismo.
La derrota generó un nuevo espíritu: el regeneracionismo. Sus puntos básicos eran la dignificación de la política, la modernización social y la superación del atraso cultural. Sus defensores más activos fueron políticos como Francisco Silvela y Antonio Maura.
Francisco Silvela y Polavieja pretendían regenerar al país sin modificar el sistema restaurador ni el papel que hasta entonces habían jugado la corona, el ejército y los partidos. El fracaso del gobierno regeneracionista mostraba la incapacidad del sistema para evolucionar.
Hubo otro movimiento regeneracionista al margen del sistema, el de los intelectuales. Estuvo protagonizado por personajes como Macías Picavea, Lucas Mallado o Joaquín Costa. Destacó un grupo sobresaliente de escritores, que dio lugar a la llamada Generación del 98: Unamuno, Valle – Inclán, Pío Baroja, Machado, Azorín…            Todos ellos cuestionaban la capacidad del pueblo español para progresar, consideraban la falta de educación uno de los males causantes del atraso del país y criticaban el sistema de la Restauración y su funcionamiento.
El regeneracionismo dejó de ser un peligro para el sistema restaurador y sus lemas fueron asumidos por los conservadores y liberales. Se creó el Instituto de Reformas Sociales, que respondía al nuevo liberalismo del siglo XX.
Se creaba así una etapa de la vida política española y del siglo XIX que dejaba abiertos numerosos frentes para el nuevo siglo.

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